18.4.12

Trabajo destacado de la Nada Cotidiana

Literatura iberoamericana IV. 23/03/2012

Juan Carlos Góngora Balán.

Cielo, Infierno y Purgatorio. A partir de La nada cotidiana.

El primer capítulo con el cual abre La nada cotidiana es un excelente prólogo y podría ser también un excelente epílogo. En esa primera parte se ofrecen las claves de lectura con las que se puede descomponer el texto, pero asimismo, es una condensación ideológica (plasmada en alegorías producto de las drogas) de las situaciones que se desarrollan en los siguientes capítulos.

En esa primera parte sobresale la idea del punto medio. Representativo de ello es la mención de que se está en el Purgatorio. En todos los países de tradición cristiana, creo, el concepto que más impacta en la ideología de sus adeptos es, sin contar al pecado, el de la vida futura, en la cual además, se tiene posibilidades: Cielo, Infierno y, más recientemente, Purgatorio. El juego poético ha bajado esas categorías divinas a la tierra. Ese es el punto de partida de este ensayo.

Aplicar las categorías de Dios al mundo de los hombres nos puede sugerir rápidamente algo: no hay vida futura, las posibilidades son ahora: El Cielo es la categoría que podría ser más fácil de deslindar: terrenalmente hablando, la podríamos situar en la vida más placentera que un individuo pueda obtener o creer que tiene. El cielo también podría ser la Utopía: es el bien supremo, es la mejor promesa y la más difícil de alcanzar. Ello lo creo así, porque la esencia de esta categoría es el individualismo: uno no puede ganar el Cielo para otro. Aquí, en la tierra, el Cielo no es ilimitado o infinito, aquí, en la tierra, se compite por ese Cielo y se manda directo al Infierno a los otros. En el mejor de los casos, se le desplaza al Purgatorio. ¿Quién en la rayuela alcanza el cielo sin el deseo de rebasar a sus compañeros de juego?

El Infierno también es una categoría fácil de deslindar, materialmente y también espiritualmente es lo que no se tiene o lo que se cree así. Todo lo negativo que se nos venga a la mente puede caber allí. Pero también lo que no se nos venga. El Infierno, tal vez, es un universo siempre en expansión, con límites difusos sólo reconocibles por contraposición con el Cielo. Desde la literatura varias bocas del Infierno han sido señaladas. Lo peor de nuestro Infierno es que en él van almas sin ganarlo. Uno puede nacer directamente allí.

Ahora: el Purgatorio, el espacio que más nos interesa. Así como Cielo e Infierno se integraron a la ideología cristiana para motivar al creyente cierto tipo de vida en la tierra, el Purgatorio aparece hacia la Edad Media como un espacio que da esperanza al alma que no es ni inocente ni malvada. El Purgatorio sí es un espacio difícil de deslindar. No es bueno pero es mejor que el Infierno, no es malo pero no es Cielo. Es decir, es una incertidumbre. Pero esto último podría ser mejor aplicado al Purgatorio terrenal, pues en éste, no se asegura la entrada al Cielo, ni tarde ni temprano.

Para hablar del Purgatorio que se vislumbra en La nada cotidiana, creo que es necesario diferenciar bien un punto de vista material-económico y otro espiritual-mental. El primero nos puede remitir rápidamente a un estamento clase media, tal vez por una simplificación mecánica: no es rica ni pobre, así que puede representar ese punto medio o espacio de transición. Materialmente, este Purgatorio carece del impulso que ejerza la expiación que sí tiene el Purgatorio espiritual y aunque sí hay una especie de impulso, éste es para buscar el Cielo material. Esto aletarga mentalmente. Se persigue un falso Cielo.

Por otro lado, el Purgatorio espiritual, sí es un purgatorio, hay una fuerza que pule las almas pero con una posibilidad de la que carece el Purgatorio de Dios: ambas puertas, de ascenso y descenso, están abiertas por igual. Patria o Yocandra, protagonista de la novela, es perfilada desde el primer capítulo como una habitante de este tipo de Purgatorio en su diálogo con un Ángel:

-Sí, claro, soy un Ángel... Me refiero a todas las criaturas iguales a usted, inocente y a la vez culpable...

Las criaturas conscientes e inconscientes... Hoy en día, querida Reina...

-No soy una Reina...

-Lo parece... querida Reina... Le decía que hoy en día el Universo es una suerte de desgarramiento radical.

No se puede ser una cosa y otra a la vez... Hay que ser prudente...

El purgatorio en el cuál se le anunciará después que habita, parece sí se lo ha ganado. (Creo, que espiritualmente, no materialmente, hasta el Infierno se gana). Y habita en ese espacio por ser consciente e inconsciente, una cosa y otra. En este Purgatorio, parece, habitan quienes no han ido en busca del Cielo, de su utopía, pero que se han resistido a caer en el Infierno, la desesperanza.

Más adelante, la voz que importuna a Patria-Yocandra se convierte en la de la Nada:

- Yo soy yo. Yo soy ese que soy. ¡El que decide! -exclama la Nada. Ella piensa que siempre hay, en

todas partes, ese «que decide». Y que nunca ha sido ella, precisamente, quien ha decidido por sí misma.

-Estoy aquí para explicarle la razón por la cual debe usted partir. Vacila, no quiere saber. No le gusta

conocer, porque conocer para ella significa abrir brutalmente una cicatriz.

La Nada surge empoderada, como la esperanza de la caja abierta por Pandora, de esa “desgarradura del universo” que anuncia el Ángel y viene para hacerla tomar una postura, para hacerla partir y para, como si ella fuera un pequeño universo, abrirle una cicatriz, desgarrarla, hacerla consciente de esa herida que quiere hacer inconsciente. Como la misma cicatriz de la episiotomía que tiene en el perineo, pero a la cual no quiere ligar el conocimiento de cuántos hijos tiene.

El Purgatorio espiritual en la tierra parece que está hablando por la fuerza de una polarización (o muchas: económicas, espirituales o mezclas) que está teniendo el mundo y aunque no se quiera, es un reducto que está cobrando fuerza propia y nos arrojará a la búsqueda de un Cielo o al Infierno sin más.

(Sólo una última cuestión: así como hay Cielos falsos ¿no habrán también Purgatorios falsos?, ¿y la voz-impulso que nos hable desde el purgatorio, que tan verdadera será?, ¿desde dónde habla?).

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