5.3.09

¿Qué futuro para la especie humana?

Con la crisis de la modernidad los ideales de progreso y futuro se ponen en duda. Por lo tanto, el individuo de la sociedad contemporánea carece de expectativas y de una visión de futuro, sólo trabaja a partir de un presente instantáneo.


La crisis de la modernidad conlleva una pérdida de sentido, de dirección: el sujeto contemporáneo deja de poseer un horizonte de futuro y una razón de ser.


A diferencia de otras épocas de la historia de la humanidad en las que aún se mantenía cierta comunidad entre los individuos y, por ende, era posible formular una utopía colectiva, en nuestro tiempo esa unidad de individuos ha cambiado para convertirse en fragmentación, individuos aislados sin capacidad de dialogar para formar una causa común.


En lo que toca a esto es ejemplar la novela No será la Tierra, de Jorge Volpi, que retrata el mundo globalizado en el que existe una inmensa pluralidad sin unidad, además de captar toda una serie de individuos sociales que no tienen ninguna expectativa trascendente de futuro, sino sólo la ambición material o de plano una visión desencantada.


Con este panorama de sociedades fragmentadas sólo cabe pensar en un trabajo individual y ya no colectivo. La creación de un ideal, de una utopía, se restringe al espacio propio: es la única revolución que nos queda. En este sentido es interesante observar El club de la pelea de Chuck Palahniuk, texto en el que se desarrolla una intensa batalla del sujeto contra sí mismo con intenciones de revolucionar su espíritu.


En el mundo actual ya no se desea un porvenir excelso, sino más bien se trabaja para que el presente no sea tan nefasto; ya no hay una gran esperanza, sino sólo una en pequeña escala para trabajar sobre el presente.


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